Si a la medianoche escuchas que las estrellas susurran tu nombre estas en la compañia

Princeps Atramenti

lunes, 20 de enero de 2014

Almost Blue

Ando solo, leyendo en silencio y nada va mal. Pessoa me desasosiega con arrogancia, noto cierta inquietud creciente hacia todo, pero nada va mal. Y, renaciendo de un par de letras juntadas por azar, casi malinterpretadas, vuelve, como la hiedra que rebrota de la piedra, tu imagen. Basta con poco porque todo lo impregnas. Eres la perturbadora idea que pulula sin cesar en todo lo que miro o toco, en todo lo que recuerdo o imagino. Vives en el torreón que retiro por las mañanas hasta los vastos confines del olvido pero que alcanzo todas las noches, cuando leo en silencio y nada va mal. Y entonces, cuando inevitablemente veo de nuevo tus labios y oigo el eco de tu risa extranjera allá a lo alto del torreón que me busca y siempre reencuentro, todo comienza a ir mal -de lo bien que fue-. Suena la trompeta de Chet Baker y me empuja hacia la espesa maraña de besos grabados, a los que me dejo caer porque sé que aunque quieran herirme, primero me acogerán como el mullido colchón que realmente son. Son otro tipo de heridas las que quieren hacerme. El colchón me atrapa y me hundo en su fragosidad febril, en el otoño eterno que no quiere recordar al verano ni dar paso al invierno, en el callejón que puedo atravesar pero no quiero; o quiero y no puedo, o no me dejo. Pero a medida que va avanzando el párrafo y lo voy viendo tan espeso y oscuro, comprendo que, igual que me cuesta dar paso a uno nuevo para seguir escribiendo, también soy incapaz de huir de las imágenes que me atormentan y adoro. ¿Debo derruir la torre, último bastión de todo lo que me queda, para seguir escribiendo? Entonces entra Baker y me canta, "Almost doing things we used to. There's a girl here and she's almost you"

Súbitamente abro un nuevo párrafo, con la única certeza de que deseo seguir atormentado y desdichado un poco más.


   

Pablo Guillenea Castro

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